¿Cuál es la relación entre la salud del cerebro y la del corazón?
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Cada día, el corazón bombea unos 2.000 galones de sangre, que es suficiente para llenar una piscina de 2 por 3 metros.
Y, aunque el cerebro representa alrededor del 2 % de su masa corporal, los miles de millones de células del cerebro funcionan utilizando alrededor del 20 % de los alimentos y el oxígeno que transporta su sangre.
Está claro que el corazón y el cerebro están profundamente interconectados. Por ejemplo, los daños en los vasos sanguíneos y el corazón de una persona pueden aumentar el riesgo de derrames.
Un derrame se produce cuando se bloquea o reduce el suministro de sangre al cerebro o cuando se rompe un vaso sanguíneo cerebral. Los accidentes cerebrovasculares pueden causar daños cerebrales a largo plazo e incluso provocar demencia vascular, la segunda forma más común de demencia después de la enfermedad de Alzheimer.
En este sentido, es importante tener en cuenta las numerosas formas en que la salud del cerebro y la del corazón se interconectan.
Factores de riesgo que los vinculan
Fumar: Fumar cigarrillos daña el sistema cardiovascular al causar daños en las células que recubren los vasos sanguíneos. Los vasos sanguíneos se estrechan, lo que aumenta el riesgo de sufrir afecciones como derrames y cardiopatías coronarias. Las investigaciones también han demostrado una relación entre el consumo de tabaco y un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que dejar de fumar a largo plazo puede reducir este riesgo.
Hipertensión arterial: La hipertensión arterial puede dañar las arterias haciéndolas menos elásticas. A su vez, esto disminuye el flujo de sangre y oxígeno al corazón, lo que provoca enfermedades cardiacas. Según un estudio, los adultos mayores con hipertensión tenían más probabilidades de presentar biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer en el líquido cefalorraquídeo.
Fomentar la salud del cerebro y del corazón
Se ha demostrado que las intervenciones para mejorar la salud cardiaca, como el ejercicio regular, una dieta equilibrada y el control de la tensión arterial y los niveles de colesterol, también reducen el riesgo de demencia. Estas medidas pueden mejorar el flujo sanguíneo en todo el cuerpo, incluido el cerebro.
Por ejemplo, la actividad física regular es una piedra angular de la salud cardiaca. Estudios han demostrado que las personas que hacen ejercicio tienen menos probabilidades de desarrollar demencia. Muchos expertos de expertos recomiendan 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada a la semana.
La superposición de factores de riesgo y de intervenciones saludables pone de relieve la importancia de un enfoque unificado en la gestión de nuestra salud general para proteger tanto nuestro corazón como nuestro cerebro. La salud del corazón y la del cerebro van de la mano.