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Los teléfonos inteligentes, la ansiedad, la cafeína… son solo algunos de los factores que impiden a muchos de nosotros dormir las ocho horas completas cada noche.

Las personas con enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia pueden experimentar un sueño más pobre con noches de insomnio y somnolencia diurna. No se sabe con certeza si la falta de sueño aumenta el riesgo de demencia, o si la demencia provoca interrupciones del sueño, pero los investigadores están buscando respuestas.

Lo que dice la ciencia

 

La relación entre el sueño y la demencia es compleja y no se comprende del todo. Algunos trabajos de investigación han vinculado la alteración del sueño con la acumulación de la proteína beta-amiloide en el cerebro. Esta proteína es un rasgo distintivo de la enfermedad de Alzheimer e interrumpe la comunicación entre las células cerebrales. La acumulación de beta-amiloide puede estar asociada a una peor calidad del sueño y una menor duración del mismo.

Además, estudios han sugerido que los periodos prolongados de sueño insuficiente durante la mediana edad pueden tener consecuencias para la salud del cerebro más adelante.

Una década de estudio de 8.000 participantes en el Reino Unido descubrió que las personas de entre 50 y 60 años que dormían seis horas o menos por noche tenían un 30 % más de probabilidades de que se les diagnosticara demencia más adelante que sus homólogos que dormían siete horas por noche.

Los investigadores también se esfuerzan por comprender cómo se relacionan los cambios en el cerebro con el sueño y la demencia. Un reciente estudio sobre el sueño de la UCSF detectó que las siestas diurnas asociadas al Alzheimer pueden estar relacionadas con el daño a las células cerebrales que nos ayudan a mantenernos despiertos.

En cambio, otras enfermedades cerebrales como parálisis supranuclear progresiva pueden implicar daños en las células cerebrales que nos hacen sentir somnolientos, lo que hace que las personas con estas afecciones experimenten insomnio y privación del sueño.

Comprender el impacto de las distintas enfermedades cerebrales en el sueño podría ayudar a los investigadores a desarrollar tratamientos más adaptados y eficaces.

Gestión de los problemas de sueño

 

Las alteraciones graves del sueño suelen ser más frecuentes en las fases avanzadas de la enfermedad de Alzheimer, cuando los cambios en la memoria y el pensamiento son más pronunciados.

Las personas que viven con Alzheimer pueden experimentar un fenómeno llamado “sundowning”, que incluye inquietud, desorientación, ansiedad y agitación a partir de la tarde y durante toda la noche. Programar las citas y actividades más temprano en el día puede ayudar a los enfermos de Alzheimer a gestionar mejor los problemas de sueño y la puesta de sol (sundowning).

Si usted es cuida a una persona que vive con demencia, puede ser útil mantener una rutina diaria y hora de acostarse que cumplan horarios, ayudar a la persona a minimizar o evitar la cafeína, la nicotina y el alcohol, y prestar atención a los “desencadenantes” en el entorno que pueden causar que la persona se ponga ansiosa o agitada. Si la persona está inquieta, un breve paseo puede calmarla.

Pueden recetarse medicamentos como las benzodiacepinas para conciliar el sueño, pero podrían no ser adecuados para todo el mundo. Hay pruebas contradictorias sobre su eficacia a largo plazo, y estos fármacos pueden tener efectos secundarios importantes. Es importante consultar con su médico antes de empezar a tomar cualquier medicamento para el sueño.

Consejos para descansar mejor por la noche

 

Cultivar buenos hábitos de sueño puede ser útil para conseguir un sueño de calidad. Aquí hay algunas sugerencias:

  • La coherencia es la clave: acostúmbrese a levantarse a la misma hora cada mañana y a acostarse a la misma hora cada noche para ayudar a su cuerpo a adaptarse a un horario de sueño regular.
  • Marcar la pauta: apague las luces, ponga la habitación a una temperatura agradable y minimice el ruido de fondo para crear un entorno de sueño reparador. Reduzca la exposición a las luces brillantes y a los aparatos electrónicos al menos 30 minutos antes de acostarse para que su cuerpo pueda empezar a relajarse.
  • Evite comer mucho, consumir cafeína o beber mucho líquido justo antes de acostarse.
  • Si no puede conciliar el sueño tras 20 minutos en la cama, salga de ella y realice una actividad relajante con poca luz, como estiramientos o lectura.

Si usted o su ser querido están preocupados por las interrupciones del sueño, le recomendamos que consulte con su médico.

Gracias a nuestros participantes por su continuo apoyo a nuestra investigación. Su valiosa contribución nos permite explorar cuestiones importantes sobre la salud del cerebro y acelerar la búsqueda de tratamientos para la enfermedad de Alzheimer.