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La conexión entre la pérdida de audición y la demencia

 

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La pérdida de audición puede provocar dificultades de comunicación, aislamiento social, problemas de equilibrio y reducción de la calidad de vida. Además, la pérdida de audición no tratada puede estar relacionada con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, incluida la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia.

De hecho, un estudio de la Universidad Johns Hopkins descubrió que los participantes con deficiencias auditivas graves tenían cinco veces más probabilidades de desarrollar demencia que los que no las padecían.

¿Qué ocurre durante la pérdida de audición?

 

Según los CDC, aproximadamente una cuarta parte de los adultos mayores de 65 años tienen dificultades auditivas o no pueden oír en absoluto.

La pérdida de audición puede producirse cuando se dañan las diminutas células ciliadas que recubren el oído interno, otras partes del oído o los nervios que transmiten información sobre los sonidos al cerebro.

La audición normal suele definirse como la capacidad de oír sonidos por encima de unos 25 decibelios, o el sonido de un susurro. Como referencia, el volumen de una conversación normal suele rondar los 60-70 decibelios. Sin embargo, existen distintos grados de pérdida de audición, que pueden ir de leves a graves.

Algunas personas pueden experimentar algunos síntomas de pérdida de audición sin obtener un diagnóstico clínico, lo que se conoce como pérdida auditiva subclínica. Incluso la pérdida de audición subclínica se asocia con el deterioro de la memoria y el pensamiento.

Las investigaciones sugieren que la pérdida de audición puede ser la causa de hasta el 9 % de los casos de demencia en todo el mundo. Un estudio de adultos de entre 40 y 69 años en el Reino Unido descubrió que las personas con pérdida de audición que no utilizaban audífonos tenían más probabilidades de desarrollar demencia que aquellas sin pérdida de audición. Sin embargo, las personas que utilizaban audífonos no presentaban este mayor riesgo.

Impactos en el cerebro

 

Los investigadores se esfuerzan por comprender las complejas formas en que la pérdida de audición afecta al cerebro.

Las imágenes cerebrales han demostrado que regiones como el lóbulo temporal, un elemento clave en el procesamiento de la información sensorial y la memoria, pueden dañarse y encogerse con la pérdida de audición.

La pérdida de acceso al rico ecosistema de sonidos de la vida cotidiana puede crear un entorno menos estimulante, lo que puede afectar a la función y la estructura cerebrales. A su vez, esto puede aumentar el riesgo de demencia.

Por otro lado, algunos estudios han sugerido que las personas con pérdida de audición deben dedicar recursos cerebrales como la atención, la memoria de trabajo y el procesamiento del lenguaje a escuchar. Esto puede agotar estos recursos para otras tareas de memoria y pensamiento.

Por último, la pérdida de audición puede interferir en la interacción social, dificultando la conexión con los demás. Como ya comentamos en nuestro reciente boletín sobre la soledad, la soledad y el aislamiento social también pueden influir en el riesgo de que una persona desarrolle la enfermedad de Alzheimer, y el compromiso social regular puede ayudar a quienes padecen la enfermedad.

Tener pérdida de audición no garantiza que una persona desarrolle demencia. El uso de audífonos puede ayudar a reducir el riesgo.

Si le preocupa la pérdida de audición, tiene problemas para entender a los demás en una conversación o necesita subir mucho el volumen de la televisión, es importante que consulte a un profesional médico.